Thursday, April 9, 2009

A correr, de nuevo

Sólo por instinto llega a su casa. Poco Afortunada no tiene idea de quién vive ahí y cree que su cerebro le falla. La estancia es pequeña, mas cálida y además alguien la espera: un gato que comienza a ronronear.

Una tremenda frustración se apodera de la mujer y decide salir a caminar. Pasa por el mismo sitio donde horas antes, aunque ya no lo recuerda, tres sujetos la violan; también camina enfrente de la estación de policía a la que va a dar, donde pierde la memoria por culpa de un accidente sin sentido.

Afuera del lugar una niña está parada; únicamente observa hacia el cielo. A Poco Afortunada le parece familiar, un poco, pero no sabe de dónde la conoce. La adolescente, quien aún tiene la sangre en su ropa, reconoce a la mujer ; recuerda cómo la ignora.

Sin embargo, ambas féminas sienten una unión, se acercan poco a poco, pero, antes de lograr dirigirse la palabra, tres hombres aparecen ante ellas. Éstas reconocen a sus agresores y corren hacia dentro de la estación de policía.

Un trío de sombras van tras ellas.

La escena, toda, la observa una mujer que sabe qué acontece. Ésta trabaja como dueña de un establecimiento que está enfrente del nido de esos agresores sexuales y, según ellos, defensores de la ley. Abre la puerta de su tienda y antes de salir marca un número y no cuelga el teléfono.

Dentro del negocio sólo se escucha una oración: No estoy, regreso en tres días.

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