Monday, April 27, 2009

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Sangra, el árbol sangra; el líquido rojizo esparce sus gotas y caen como lluvia.

Él siente el lagrimeo de la naturaleza y no se aparta del lugar: está clavado debajo del árbol sangrante; pero más allá de éste el Sol quema a las personas, las achicharra.

Todo comienza por una pequeña molestia que se convierte en un dolor inenarrable. Acecha, el Astro acecha con sus pequeñas líneas que van cargadas de un calor insoportable. Los 50, 60, 80, 100 grados centígrados son el arma ideal para acabar con la humanidad.

Mientras tanto aquél sigue postrado debajo del árbol sangrante; la lluvia que cae sobre él es indescriptible, ni las mayores tormentas dejan caer tanta agua, sin embargo no se ahoga ni se queja, sólo respira.

La mirada la mantiene siempre fija hacia arriba, posición que lo aleja del Sol asesino y del frío que es producto de la nieve que está fuera del parque, o mejor dicho, el Sol que mata y el árbol que hipnotiza están dentro de un zoológico, que a la vez la hace de parque de diversiones; mas, todo fuera de ese lugar es frío, frío, un frío que al contacto congela a la gente.

Por lo último no hay nadie fuera de las casas, no obstante, tampoco hay alguien dentro de las mismas; en cada hogar no hay Sol ni lluvia, mucho menos frío, sólo un olor a sangre y delirio, por el que cada persona se lanza contra el que tiene cerca y la reyerta comienza y nunca termina.

Hasta este momento en que la última batalla se lleva a cabo. Un paraguas contra un cuchillo. La mujer porta el segundo y el esposo el primero. Y antes de que su guerra acabe, el Sol se aburrirá de quemar sólo en el parque y cambiará su curso hacia esa casa, donde creará llamas y donde la pareja será incendiada.

Es en este instante cuando el árbol sangrante logrará ahogar al que lo observa y nada quedará sobre la Tierra, excepto la naturaleza y sus gritos de dolor por lo hecho; entonces de alguna forma se dará cuenta que todavía existe un bebé, quien llorará y gateará siempre directo hacia el Sol. Mas, éste lo evadirá para no quemarlo.

Entonces el pequeño humano se dirigirá hacia el árbol sangrante y este último irá directo hacia el Sol para quemarse.

Sólo el frío seguirá imperturbable, razón por la cual el árbol y el Sol pelearán contra él. Al final sólo quedará el infante y un mundo destruido, a punto de ser engullido por el hoyo negro que se formará cuando la naturaleza se asesine entre sí.

El niño, el mundo y el hoyo, que será engullido por otro agujero más grande y entonces nada de esto quedará; nada.

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