Tuesday, April 7, 2009

Consecuencia de la ira innata hacia lo distinto

De pie sobre ese pequeño pedazo de tierra, de pie sobre lo único posible.

Con las manos en la cabeza, con un grito desesperado: ¡Yo! ¡Yo! ¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué conseguí?

La nada le responde con un silencio lleno de almas sin un camino; los cuerpos delatan el hecho y ni el autor de tal acción sabe el porqué.

Cae de rodillas y no le importa la sangre que resbala por su abdomen; dentro de poco sólo va a ser él y el espacio.

Más allá, donde el mar parece seco, un letrero dice: "¡Bienvenidos! Lo nuclear gana sobre lo demás".

Recuerda aquel día, cuando el orbe entero decide comenzar una nueva era nuclear, una nueva guerra por el poder mundial, un nuevo conflicto por creencias diferentes, una reyerta por un corro de gente que no logra respetar al Otro.

Y aquí está el resultado. La destrucción es total, tan entera que él va a dejar de respirar en cualquier momento; él, quien es el que lanza la denostación inicial hacia aquéllos, hacia los diferentes, hacia los necios que no quieren, y ahora nunca van a ser, como él.

Todo por la ira innata hacia lo distinto.

Ya no hay igual ni disímil.

Nunca hubo tal realidad: todos fueron más parecidos de lo que pensaron; nunca se dieron cuenta.


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